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Exportaciones argentinas según contenido tecnológico: un análisis de los principales múltiplos de integración regional

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Exportaciones argentinas según contenido tecnológico: un análisis de los principales múltiplos de integración regional

DIRECTOR: Julián Leone
CODIRECTOR: Ricardo Martínez

Sobre el proyecto

La dinámica exportadora argentina es estudiada usualmente en la literatura desde una óptica macroeconómica. Esto implica el estudio del sector externo argentino y su dinámica exportadora como generador de divisas, con el fin de comprender los desequilibrios macroeconómicos y así permitir un sendero de crecimiento sostenible que evite intercalar frenos en su trayectoria. Las ventas al exterior se transforman así en una expansor de la restricción externa de países en desarrollo que los desate de los limitantes de su estructura productiva. Dentro de esta literatura se encuentra la denominada “export-led growth” que presenta a las exportaciones como un factor clave para dinamizar la productividad y, en consecuencia, que estas se conviertan en un motor de crecimiento, mostrando una asociación positiva entre las ventas al exterior y la renta nacional. Sin embargo, Argentina lleva varias décadas retenida en una trampa de crecimiento interrumpido, donde casi en su totalidad, los episodios recesivos provinieron por problemas en la balanza de pagos. Es así como su estudio toma tanto espacio en la literatura como en el público no especializado, acelerado en la última década por un paulatino agotamiento de la dinámica exportadora. Una extrema dependencia a la competitividad vía precios exigía necesariamente sucesivas depreciaciones del valor de la moneda doméstica. Las exportaciones deben obligatoriamente compensar los requerimientos de divisas para las compras externas, y así evitar una interrupción al crecimiento “porque faltan dólares”.
La dependencia argentina de la competitividad externase materializó en fluctuaciones de la balanza comercial, esencialmente en el período donde culminó el crecimiento de los precios de los productos exportables, dejando entrever un estancamiento en las cantidades de productos exportados.
Así, la estrategia integral de desarrollo exportador parece tener que trascender una concepción limitada al acceso a mercados y facilitación de comercio, en un país en el que hace casi un lustro tiene limitaciones en el financiamiento externo disponible. El componente errático de la serie no parece expresarse de manera homogénea en cada uno de los productos transados, por lo que recurrentemente se pone sobre la mesa la idea de una estrategia diversificada que fomente una mejor búsqueda de destinatarios de la producción local. Aquí radica el eje de nuestra investigación bajo las siguientes preguntas: ¿Cuál es el contenido tecnológico que contienen las exportaciones argentinas?, ¿Cuáles son los mercados a las cuales van dirigidas?, ¿Existe un nivel de diversificación de productos que nos permita crecer en el tiempo? En este sentido, la importancia de las exportaciones no sólo presume relevancia a nivel macro, sino que la diversidad del perfil exportable argentino muestra características que merecen ser estudiadas. Aproximadamente desde la década del 30, se estudiaba a la reacción de las exportaciones producidas por cambios macroeconómicos, utilizando para ello la elasticidad ingreso de las exportaciones (Prebisch, 1986). Posteriormente, comenzó a tomar relevancia el estudio de la especialización y el tipo de bienes que componen la canasta exportable, considerando a este como impulsor del crecimiento y desarrollo económico de los países.; mientras algunos bienes impulsan externalidades positivas y retornos crecientes en su producción, la producción de otros no supone una mayor acumulación de capacidades ni una incorporación de valor agregado considerable. Estas ventajas que sólo ciertos bienes logran internalizar, se asume como sinónimo del contenido tecnológico de los mismos, donde una mayor sofisticación implica un mayor efecto spillover tanto al interior de las industrias como entre estas (Griliches, 1991) así como mayor formación de capital humano que impulse indirectamente el crecimiento económico (Silva y Teixeira 2011).

Sin embargo, los números para la Argentina no parecen ser del todo favorables. Según las clasificaciones tradicionales como es el Economic Complexity, la economía argentina no sólo ha perdido volumen exportable durante la última década (puesto 102 en exportación per cápita de bienes de entre 219 países), sino que se ubica en el puesto 53 de complejidad económica (entre 127 países), aún a pesar de situarse en el puesto 29 en términos de producto. Este comportamiento parecería no sorprender en países con una elevada dependencia a la exportación de productos primarios, y en muchos casos, a la centralidad que toma un único bien. Para el caso argentino se puede observar un escenario donde por cada dos dólares de ingreso a la balanza comercial, uno se obtiene de commodities, y al interior de estos, casi un 60% son transacciones vinculadas a la soja (porotos, aceite y pellets), aun cuando estas se hallaban por debajo del 50% para el periodo 2002-2006. En este panorama, buena parte de las clasificaciones tradicionales señalarían a este perfil como un inhibidor para la acumulación de capacidades necesarias para producir bienes de mayor contenido tecnológico, y en consecuencia de mayor valor. En particular, y especialmente para nuestro país, la especialización en productos primarios y manufacturas asociadas al agro (comúnmente low tech) podrían anular determinados procesos que permiten la incorporación de valor agregado en los bienes exportables.
En base a lo expuesto, se puede observar que la metodología de clasificación, que si bien agrupa componentes estandarizados, requiere un análisis específico inspirado en las características de la región. Es por esto que uno de los objetivos principales de este trabajo es utilizar una metodología que permita superar la disyuntiva producto-industria. Así, el contenido tecnológico no se limitaría a un criterio de origen que pretenda exclusivamente emular la producción de bienes presumidos por naciones desarrolladas. Bajo una óptica de transnacionalización productiva, se incorporará la premisa que tanto el aprendizaje como el desarrollo de capacidades requieren la internalización de eslabones productivos basados en I + D, más allá de la categoría de producto. Las métricas habituales para el contenido tecnológico de las exportaciones fundadas en trayectorias tecnológicas de países desarrollados, pueden subestimar los esfuerzos de innovación en sectores que tradicionalmente no se destacan por su contenido tecnológico relativo en las naciones centrales. Sin embargo, el análisis de la canasta exportable también debe enmarcarse en un criterio de destino. Nuevamente, parte de la competitividad del país se identifica por la penetración en los bloques regionales de mayor crecimiento, considerando además qué tipo de bienes se proveen en el intercambio, especialmente relevante para un país como la Argentina que se encuentra inmerso en un acuerdo regional propio y que en muchos casos funciona como el principal destino extranjero de su producción.

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